lunes, 22 de junio de 2009


[…Desde mi hora más tierna no he sido como otros fueron, no he percibido como otros vieron, no pude extraer del mismo arroyo mi placer, ni de la misma fuente ha brotado mi desconsuelo; no he logrado hacer vibrar mi corazón al mismo tono y si algo he amado, lo he amado sola. Entonces, en mi infancia, en el albor de una vida tormentosa, del crisol del bien y el mal, de su raíz misma, surgió el misterio que aún me abisma: desde el venero o el vado, desde el rojo acantilado, desde el sol que me envolvía en otoño con su pátina bruñida, desde el arroyo electrizante que me rozó, seco y rasante, desde el trueno y la tormenta y la nube cenicienta que (en el cielo transparente) formó un demonio en mi mente.¿Como podría explicarte para que entiendas? Supongamos que me brilla entre las manos un montón de purpurina de distintos colores, al que cuido con recelo porque se que el primer viento podría desparramarlo, perderlo, llevarlo lejos...No, no, mejor eso no. Supongamos que estoy construyendo minuciosamente una casa de vidrio. Que ya le hice las paredes, las puertas, las ventanas...Pero claro, es de vidrio y cualquier movimiento en falso podría desbaratarla... (Aunque mientras leas pongas ese gesto de ''no entiendo'' o la típica mirada de ''acá no paso nada'', apostaría a que sì sabes)... A esta altura del partido no me queda otra opción más que asumir mi gusto enfermizo por complicarme la vida, pero nunca vayas a creer que es fácil o que no duele...Porque mi corazón se endureció pero en el fondo sigue siendo papel.…]
Lo que mi lado esconde quizá es un lado paranoico

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